15 Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.
16 Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la
tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades;
todo fue creado por medio de él y para él.
17 Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten;
18 y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de
entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia;
19 por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud,
20 y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.
Estos versículos muestran y prueban la supremacía de Cristo. En el primer tema que tratamos, se afirmó que Cristo es Dios y por esto es superior a todo lo creado.
El segundo aspecto de Cristo como Dios y superior a todo consiste en que Él es “el primogénito de toda la creación”. Esto significa que a Cristo le pertenece el derecho y la dignidad de todo lo creado (Sal 89:27).
En estos versículos hay tres evidencias de la superioridad de Cristo sobre la creación que demuestran la absoluta grandeza de nuestro Señor.
1. Primera evidencia: La creación debe su existencia y razón de ser a Él.
El versículo 16 dice que todo fue credo “en Él”, “por medio de Él” y “para Él”. Esto significa que Cristo no sólo es aquel a quien todas las cosas deben su origen, sino que también es el objetivo por el cual existen (Sal 148:1-10).
Y para que no haya duda de la superioridad de Cristo, Pablo especifica que Cristo también tiene poder sobre el mundo angelical (v. 16). Aquí, se afirma que estos seres angelicales fueron creados por y para Cristo, y que están sujetos a Él.
Entender la superioridad de Cristo sobre la creación es fundamental. Cuando los
cristianos se sienten pequeños y vulnerables, deben recordar que Jesucristo tiene toda autoridad para socorrerlos, y que no se puede hacer nada, ni en el cielo ni en la tierra, sin Su permiso soberano.
2. Segunda evidencia: Él es antes de la creación.
La primera parte del versículo 17 dice que Cristo es “antes de todas las cosas”. Esto significa que jamás hubo un tiempo en el que Él no existiera (Jn 8:57-58). Esto se conoce como la preexistencia de Cristo, la cual enseña que Cristo existió antes de convertirse en hombre (Jn 1:1-2).
Una visión correcta de la preexistencia de Cristo es fundamental para la fe cristiana. Su adecuada enseñanza es la base de la que dependen otras doctrinas, como, por ejemplo, la encarnación. Esta sólo tiene sentido si es la encarnación de alguien que existió antes de Su aparición terrenal.
Por tanto, la encarnación presupone y requiere la preexistencia de Cristo. Y sin la encarnación no hay salvación. El creador del mundo se convirtió en uno de nosotros para demostrar Su amor, asumiendo todos los pecados de la humanidad como solo podía hacerlo el Dios-hombre.
Pero el pináculo de la preexistencia de Jesucristo es Su implicación de ser Dios. La preexistencia nos recuerda que Jesús no era simplemente una buena persona que merecía la aprobación de Dios.
Él era el mismo Dios que vino a redimir y restaurar Su creación. La preexistencia de Cristo explica quién es Jesucristo, de dónde vino, qué significa llamarlo Salvador y por qué es superior a todo.
3. Tercera evidencia: Todo subsiste gracias a Él (v. 17)
La palabra “subsisten”, en el versículo 17, significa “cohesionar” o “mantener junto”. Esto significa que todo lo creado se mantiene cohesionado, estable y subsiste gracias a la intervención directa de Cristo.
Esto habla del rol presente de Cristo en la creación, con el cual, por medio del cual, y con miras al cual, todas las cosas fueron creadas. Él sostiene todas las cosas (He 1:3).
Las cosas no ocurren por accidente en el universo. Jesucristo es quién lo sustenta
todo. Él es el principio de la cohesión. Dado que Cristo sustenta todas las cosas en los cielos y en la tierra, ninguna situación se sale de Su control. Incluso, Él controla el mal para que de ello salga el bien. Pensar en el poder de Cristo para sostener el universo creado por Él mismo debe hacernos alabar al Señor y estar seguros de Su obra en nosotros (Fil 1:6).
Cristo es el primogénito, el punto de referencia, el agente, el fin, el precursor y el sustentador de todo lo creado.
Y, si Jesús es superior a todo; si Él es el propósito del universo ... ¿No deberíamos vivir cada área de nuestra vida bajo Su autoridad?
Versículos relacionados con el tema:
Jn 8:57-58, 1:1-2, He 1:3, Sal 89:27, 148:1-10, Col 2:15, 8-9, Jn 1:14, 3:16-17, Job 38:4-6, 25-29, 39:41, Fil 1:6
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