15 Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.
16 Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.
17 Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten;
18 y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia;
19 por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud,
20 y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.
En estos versículos, Pablo describe la superioridad de Cristo en la creación (vv.15-17), y en la redención (vv.18-20). La razón principal por la cual Él es superior a todo es porque Él es Dios.
Hoy examinaremos esta maravillosa verdad acerca de la deidad de Cristo y nos centraremos en dos aspectos.
1. LA IMAGEN DEL DIOS INVISIBLE.
Cuando el texto dice que Él es la imagen de Dios, se refiere a que Cristo no adoptó esta imagen en el momento de la encarnación, sino que la ha tenido desde la eternidad.
Afirmando que Cristo es la imagen de Dios equivale a decir que la naturaleza y el ser de Dios se han revelado perfectamente en Él. Esto es confirmado en Colosenses 1:19; 2:9.
Afirmaciones directas de la deidad de Jesús.
Aunque la palabra “Dios” esta reservada en el Nuevo Testamento para Dios el Padre, encontramos varios pasajes donde se usa para referirse a Cristo Jesús (Jn 20:27-28; Ro 9:5).
La autopercepción de Jesús.
Aunque Jesús no proclamó textualmente “yo soy Dios”, sí lo dijo de muchas otras maneras y de acuerdo con el lenguaje y contexto histórico de la época.
Por ejemplo, Cristo afirmó Su capacidad de perdonar los pecados que solo Dios puede hacer (Mr 2:5-7). Cristo afirmó también que iba a juzgar a toda persona. ¿Quién más tiene el derecho de juzgar la condición espiritual y el destino eterno de todas las personas, sino solo Dios? (Mt 25:31-46).
Jesús poseía atributos de la deidad.
La Escritura afirma la deidad de Cristo al mostrar ciertas acciones en Su vida que apuntan hacia Su carácter divino.
Por ejemplo, Jesús demostró Su omnipotencia cuando calmó la tormenta en el lago con Su palabra (Mt 8:26-27), o multiplicó los panes y los peces (Mt 14:19). Además, demostró su omnisciencia cuando daba a conocer los pensamientos de las personas (Mr 2:8).
El testimonio de la Escritura es claro al decir que Cristo es la exacta imagen del Dios invisible. Él no fue simplemente un ser humano extraordinario, pero también Dios mismo.
2. LAS IMPLICACIONES DE CRISTO COMO DIOS.
Si Cristo es Dios, y lo es, entonces lo que dijo y lo que hizo debe reflejarse en los creyentes y en cualquier persona. Hay varias implicaciones importantes de la deidad de Cristo.
Dado que Jesús es Dios, podemos tener un conocimiento real de Dios (Jn 1:18; 14:9-10).
Solo Jesús "es la imagen del Dios invisible". Sólo Jesús nos muestra la gloria del Padre (He 1:3). Cristo es la "exégesis" de Dios. Él es la Palabra de Dios y todo lo relacionado con la Palabra acerca de Dios. Jesús ha explicado al Dios invisible. Si de verdad alguien quiere conocer a Dios, puede verlo revelado en la persona y obra de Jesús, como está registrado en la Biblia.
Dado que Jesús es Dios, los creyentes pueden estar seguros de que nuestros pecados son perdonados.
Jesús no era solamente un simple hombre, sino Dios mismo, y solo el infinito Dios podía llevar sobre sí todo el castigo de todos los pecados, de todos los que creerían en Él. Ningún ser humano hubiera podido salvar a otro ser humano.
Dado que Jesús es Dios, podemos confiar completamente en Sus promesas.
Debido a la infinita sabiduría de Cristo, podemos confiar en Sus promesas. Sus promesas en la Escritura son las más maravillosas que Dios nos puede ofrecer. No vamos a descubrir más tarde una promesa mejor. Por ello, lo que Jesús prometió, lo hará. Si lo ha dicho, lo cumplirá.
Dado que Jesús es Dios, tiene total autoridad.
Ya sea que la gente lo reconozca, o no, Cristo es el Señor de todos, y algún día todos se someterán a esa verdad (Fil 2:9–11).
Si una persona rechaza a Jesús como Dios y Señor, se enfrentará a Él no como su Salvador, sino como su Juez.
Un reconocimiento verdadero de que Jesús es Dios está lógicamente acompañado de una sumisión a Su autoridad.
Versículos relacionados con el tema:
Col 2:9, Jn 20:27-28, Ro 9:5, 14:10-11, Mr 2:5-7, Mt 25, Mr 2:8, Jn 1:18, He 1:2-3, Col 1:12-14, Fil 2:9
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