15 Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano.
16 Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra.
17 Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano.
18 De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo.
19 Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos.
20 Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
Una de las tareas que Cristo, la cabeza de la iglesia, les delegó a Sus seguidores fue lidiar con el pecado. El tema del pecado es un asunto muy serio para Dios y lo debe ser también para la iglesia de Cristo.
Nuestro Señor dejó consignado el modelo de la disciplina eclesial en Su Palabra, con el fin de tratar el pecado de sus miembros. Es por esto que el título de esta predicación es: “La disciplina de la iglesia: por el amor y la pureza”.
Todas las organizaciones seculares tienen normas y códigos. La iglesia también las tiene, pero con la gran diferencia que sus normas y códigos son celestiales.
Mateo 18:15-20 trata de la disciplina como expresión de amor por el hermano y la búsqueda de la pureza de la iglesia.
1. La disciplina revela amor por el hermano.
Cuando exhortamos al hermano, cuando le hablamos del peligro de su pecado y le presentamos argumentos bíblicos para que no continúe ese camino, le estamos demostrando claramente el amor bíblico. Es una mentira que el amor debe callarse.
Proverbios 27:5: “Mejor es reprensión manifiesta que amor oculto.”
Mateo 18:15: “Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano.”
Esto nos remite a la parábola de la oveja perdida que nos muestra que la voluntad de Dios es que no se pierda ninguno de Sus hijos. Este “Por tanto” hace una conexión muy importante entre la voluntad de Dios y de lo que los cristianos deben imitar. Si Dios no quiere que Sus hijos se pierdan, un creyente tampoco debería desearlo.
El verso 15 continúa diciendo “Si tu hermano...”
Aquí deja muy en claro que la disciplina debe practicarse al interior de la iglesia, o sea entre hermanos. “Reprender” en el idioma original, tiene que ver con una amonestación que utiliza argumentos para convencer. No tiene nada que ver con gritos o humillaciones. Solo busca utilizar los argumentos de la verdad bíblica para hacer reflexionar al hermano que está pecando. Y esto solo lo puede hacer un creyente que ama a su hermano.
Es un amor que no se rinde fácilmente y busca por todos los medios que el hermano pecador reflexione. Lo vemos a lo largo de todo nuestro texto.
En primera instancia, el creyente debe buscar al hermano pecador para restaurarle y ganarle nuevamente para Cristo. Si la respuesta es negativa y el hermano sigue en su pecado y no se arrepiente, hay que seguir con una segunda instancia.
En este caso, el creyente debe buscar la ayuda de uno o dos hermanos más para la restauración del hermano que peca. Esta acción no busca venganza o chisme, sino busca que el hermano reflexione. Quizás escuche a uno de los dos o tres. Pero si el hermano no se arrepiente, entonces el creyente debe buscar la ayuda de toda la iglesia, para que todos puedan ayudar al hermano. Quizás escuche a toda la iglesia.
Pero, si el hermano que está en pecado se mantiene en su error, y manifiesta orgullo y rebeldía, y no quiere aceptar la amonestación de toda la iglesia, entonces los líderes de la iglesia deben disponerse a expulsarlo de la membresía de la iglesia. Ahora, el hermano deja de ser miembro de la iglesia y es una persona del mundo. Ya no pertenece a la iglesia, es como un gentil, como un publicano.
Sin embargo, incluso en el proceso de la expulsión, es importante que el hermano pecador entienda que el arrepentimiento es una opción, y que él puede regresar a la iglesia, siempre y cuando exista un verdadero arrepentimiento en su corazón.
La amonestación a un hermano, en cualquiera de estas instancias, debe estar rodeada de amor y mansedumbre, porque el objetivo siempre será ganar al hermano por Cristo.
2. La disciplina produce pureza de la iglesia.
La disciplina busca proteger la pureza de la iglesia de tal modo que envíe un mensaje al mundo entero y al interior de la iglesia misma. Por causa del pecado no tratado de los miembros el nombre de nuestro Señor es blasfemado.
Cuando el pecado es tolerado al interior de la iglesia, el nombre de Cristo es deshonrado, el mensaje predicado carece de autoridad, el evangelismo es afectado y los creyentes son alentados a vivir en hipocresía, muchas veces viviendo una vida doble y autocomplaciente con su propia maldad (Romanos 2:21-24). Este pasaje habla de una total incoherencia, una vida doble que solo trae blasfemia al nombre de Cristo. Puede usted imaginar por un momento que su pecado sea la causa para que el mundo blasfeme de Cristo.
Vemos varias amonestaciones en el Nuevo Testamento en contra de la tolerancia del pecado en la iglesia, que no es otra cosa que la falta de disciplina.
1 de Corintios 5:1-2: La iglesia debe ser pura porque la iglesia habla de su Cabeza, Cristo. La reputación de Cristo es afectada por Su iglesia. La pureza de la iglesia debe ser sinónima como es la pureza de Cristo.
La iglesia no puede predicar la santidad de Dios, el pecado y la integridad de los creyentes si no está dispuesta a ser coherente en sus acciones. Ella debe predicar la disciplina de la iglesia, pero también debe ejercerla.
Miremos el diagnóstico que hace nuestro Señor Jesucristo a dos de las iglesias del primer siglo:
- A la iglesia de Tiatira (Apocalipsis 2:20 -21).
- A la iglesia de Pérgamo: (Apocalipsis 2:14-16).
Cristo demanda que Su iglesia sea pura y que ejerza la disciplina en aquellos miembros que están pecando.
La disciplina hace parte de la relación con nuestro Dios porque Él sabe que para nuestra santificación necesitamos corrección. Cuando somos disciplinados podemos entender que Dios está puliéndonos, buscando la pureza de la iglesia, y nuestra pureza también.
Hay una frase impactante de Thomas Brooks, predicador puritano: “Donde Dios se niega a corregir, allí Dios decide destruir. La disciplina busca la pureza de la iglesia y también la pureza del creyente.
Todo esto sería una tarea imposible para una iglesia imperfecta y para creyentes que aun luchan con sus propios pecados. Pero la Palabra es tan perfecta que nuestro texto de estudio termina con una gran esperanza para la iglesia de Cristo.”
Lamentablemente, los versos 18, 19 y 20 del capítulo 18 de Mateo han sido unos de los versos más mal interpretados de la Biblia.
El verso 18 utiliza el verbo atar y desatar. Y estas palabras tienen que ver con ser aceptado o rechazado, aprobado o prohibido.
Lo que dice este verso es que si la iglesia de Cristo, dirigida por Él y Su Palabra, concluye que algo es pecado y que alguien es pecador que no quiere arrepentirse, Dios mismo avalará estas conclusiones. Esto se llama atar.
Y si la iglesia concluye que el hermano pecador se ha arrepentido de verdad de su mal camino y quiere regresar, ella puede avalar esto y recibirlo de nuevo en su iglesia. Esto se llama desatar.
En el verso 19, Cristo promete escuchar las oraciones de los que están involucrados en el proceso de disciplina de la iglesia. Este verso no es una chequera en blanco. Es una promesa para los que piden en unidad la restauración del hermano. Y seguramente pedirán por sabiduría y por un buen consejo.
Por fin, la tercera promesa en el verso 20 es la más maravillosa de todas. Cristo promete que Su presencia estará con Su iglesia. Cristo estará con aquellos que han decidido preocuparse por sus hermanos.
- Si usted ama a su hermano, lo exhortará en amor.
- Si usted ama la iglesia, luchará por su pureza.
Versículos relacionados con el tema:
Pr 27:5, 2 Ts 3:14-15, Gá 6:1, Ro 2:21-24, 1 Co 5:1-2, Ap 2:20-21, 14-16, Pr 3 :11-12
Comments